domingo, 18 de octubre de 2009

La aventura de coger un tren

Si sois estudiantes, que al igual que yo, estudiais fuera de casa (o habéis estudiado), sabreis qué es esto de la aventura del tren. Cuando volvemos a casa, parece que hemos llegado al cielo: comida de nuestra madre y abuelas, todo está buenísimo!! volver a nuestra querida habitación, con nuestros peluches, nuestros libros, nuestra cama... Todo está genial hasta que llega el día de volver a la universidad. El día de volver a la universidad te das cuenta de que las madres nos equipan como si no fuesemos a volver en años (que en realidad solo estamos 15 días fuera, o como mucho 1 mes...), las madres empiezan a echarnos comida y no paran... que si un tapper de lentejas, que si unos briks de leche, unos zumos, caldos, judías... eso junto con la ropa, el portátil, y los libros que te llevas para "estudiar" y al final no los abres porque te acabas yendo con tus amigos, que no ves desde hacía 15 días. Entonces intentas negociar con tu madre, le haces ver que vas tu sola con la maleta, que tienes que subir al tren y después coger el autobús, y a parte, que con tanta comida, no te puedes llevar la ropa que quieres. Las madres, como todos sabemos, tienen respuesta y solución para todo, y en este caso, es llevar 2 maletas, una para la ropa, el ordenador y los libros; y otra para la comida, y de repente, te viene a la mente una imagen de ti misma en la estación, cargada con la maleta para la ropa, la maleta para la comida, el portatil, la guitarra (voy con mi guitarra a todas partes, sin ella es como si me faltara algo) y la mochila para los libros... una burra de carga va menos cargada que tú. Entonces intentas convencerla de que debe moderarse con tantos briks de leche y que se limite a echarte los tappers. Finalizada la negociación, cruzas los dedos esperando que al día siguiente haya sitio para los tappers en la maleta y te vas a dormir confiando en que te levantarás temprano.
Es de día, suena el despertador, lo apagas y te repites eso de "5 minutitos más"... De repente, ves a tu padre despertándote y te dice: son menos cuarto, el tren sale a y media y todavía no has metido la comida en la maleta... y te grita: !y tú sigues durmiendo tranquilamente! Entonces te levantas de un salto y empiezas a hacer todo eso que deberías haber hecho hacía una hora, y llega el momento cumbre... el de meter los tappers en la maleta... y no caben!! y empiezas a hacer un tetris... y no caben!! asi que acabas cogiendo la maleta pequeña, los metes dentro, y sales corriendo. Llegas a la estación, son las 9.27 y estás corriendo en el andén, te cruzas a una azafata, y ves al tren que está en la vía 7, que por la ley de Murphy es la que está mas lejos de la estación, y sales corriendo como alma que lleva el diablo... y la tonta de la azafata te dice: no cojas el ascensor, que si no no llegas!!! y piensas, a ver hijica, llevo 2 maletas y una guitarra... NO ESTOY PARA IRME POR LAS ESCALERAS asi que llamas al ascensor. A los 12 segundos estas dentro esperando a que baje, pero no baja, dice, "el ascensor en este momento está... (se lo piensa)... bajándo" y por fin, baja. Después la misma operación para subir. Cuando llegas al andén el tren se está poniendo en marcha y consigues subir en el último vagón gracias a que un azafato te ha agarrado una mano y tus maletas.
Como podéis ver, irse en tren no es tan sencillo como parece, sobre todo, cuando estás estudiando fuera y necesitas siempre llevarte un pedacito del corazón de tu familia, un pedacito que a veces llamamos comida.

lunes, 12 de octubre de 2009

¿Os habéis preguntado cómo sería la vida vista desde la mirilla de la puerta?


El otro día, cuando estaba en casa, me pregunté cómo se vería la vida desde el punto de vista de la puerta de nuestra casa. Lo primero que pensé es que tenía que ser muy aburrido... la puerta diciéndole siempre "hola" a la puerta de enfrente, la misma que ha estado ahi desde vete tú a saber cuando. Pero ayer desafié a mi aburrimiento y pasé el día mirando a través de la mirilla. Pensé que era de muy friki o de muy cotilla... y la verdad es que mi curiosidad lanzó mis ganas. Pues bien, empecé por la mañana. Lo primero que observé fue que desde la mirilla se ve de un modo extraño... deforma las imagenes de nuestros queridos vecinos, transformando su cara cómicamente en algo parecido a E.T. A los 5 minutos, ya habían pasado unos cuantos sospechosos... El primero, un chico de "propagaaandaaa abrameee". No sé por qué, pero subió hasta arriba, a mi piso, a mirar el rellano. El segundo fue todavía más interesante... mis vecinos de enfrente, con su queridísimo nieto (para mí no tan querido, sobretodo en esos días de estudio en los que el ruido del viento te desquicia hasta la médula) y ahi fue cuando me pude reir largo y tendido. Se puso a hacer carantoñas variadas a mi puerta, sacando la lengua, enseñando el trasero... un cielín!! Al rato, distinguí las narices élficas (previa deformación de la lente) de mi padre, que abrió tan rápido la puerta que un poco más y me tira del susto que me llevé, y de la fuerza que usó para abrir la puerta... ¬¬ Entrada la tarde, vi a unos testigos de Jeova (no sé si se escribe asi) llamaron al timbre, y debe de ser que me oyeron, porque estuvieron insistiendo bastante en que les abriese la puerta (al escribir esto, me acuerdo de una muy buena amiga mia que suele abrir la puerta a esta gente, e incluso les invita a pasar al salón y les ofrece pastas para comer. Le mando un beso con muchísimo cariño). Después vinieron unos individuos vestidos de astronautas a la casa de enfrente, en ese momento sentí miedo de una guerra nuclear o algo asi... menos mal que cuando llamaron, dijeron que eran de las plagas, que resulta que tenían hormigas en la casa... En fin, pues estos son los sentimientos que experimenta nuestra puerta a lo largo del día: risa, miedo, felicidad, golpes y sobretodo, vergüenza de la cantidad de gente extraña que visita mi casa todos los días.